Los emisores térmicos son dispositivos calefactables anclados a la pared o transportados mediante ruedas que funcionan gracias a la electricidad. Simulan el aspecto de un calefactor normal pero su funcionamiento y capacidades son totalmente distintas.
¿Qué es un emisor térmico?
Un emisor térmico funciona gracias a lo que se conoce como el “efecto Joule”, que consiste, básicamente, en una reacción que se produce al hacer pasar por un conductor la corriente eléctrica. La energía cinética que contienen los electrones se convierte en calor, debido al choque entre los electrones y los átomos del material utilizado para hacerlos circular. De esta forma se eleva el calor de ese material para poder proporcionar calor en la zona en la que se encuentre ubicado el emisor térmico. Para entenderlo mejor sólo tenemos que pensar en aquellos elementos que contienen una resistencia en su interior: secadores de pelo, secadoras de ropa, calentadores de agua…son aparatos que tienen su razón de ser en este sistema: la resistencia eléctrica. Gracias a la resistencia que incorporan y que se conecta a la red eléctrica pueden proporcionar calor a los aparatos eléctricos a los que sirve.
Un emisor térmico, por tanto, va a funcionar siempre conectado a la red eléctrica para poder generar el calor necesario, imitando la forma y el funcionamiento de un radiador, pero sin llegar a ser nunca uno.
Tipos de emisores térmicos
Los emisores térmicos se clasifican por el tipo de material en el que han sido fabricados o las tecnologías que incorporen pudiendo diferenciarse entre los de aluminio, los cerámicos o los de fluido (entre los más populares). En todos los casos hay que tener en cuenta que el funcionamiento es similar: se calienta una resistencia, se transmite el calor a través del aparato y posteriormente se controla mediante un sensor la temperatura para que coincida con la solicitada por el usuario. Una vez alcanzada esa temperatura la resistencia deja de trabajar y el emisor se encarga de mantener la temperatura.
Entre los emisores que podemos encontrar en el mercado podemos destacar los siguientes:
- Emisores térmicos de aluminio: El aluminio es un conductor muy potente al ofrecer poca resistencia al calor, de esta forma consigue conducirlo con gran facilidad y son de calentamiento muy rápido. Pero al igual que se calientan rápido, se enfrían rápido.
- Emisores térmicos de fluido: En este tipo de emisores el calor es proporcionado por un líquido que se encuentra alojado en el interior del equipo. Al tratarse de un líquido en contacto con una resistencia el calor se propaga a la estancia de una forma mucho más regular consiguiendo aclimatar mejor la estancia. Tardan mucho más en calentar, pero una vez alcanzada la temperatura deseada, conservan mucho mejor el calor disminuyendo la necesidad de volver a calentar la resistencia y reduciendo la factura eléctrica. En algunos casos incorporan fluidos que son más avanzados y que permiten transmitir mejor el calor. El fluido más conocido probablemente sea el denominado como “calor azul”.
- Emisores térmicos cerámicos: Este tipo de emisor es el más eficiente de todos los que podemos encontrar. La diferencia es que la resistencia interna que se encarga de generar el calor es de un material cerámico. Son los que más tiempo tardan en llegar a la temperatura máxima pero también los que más tiempo van a mantener el calor.
Cuando nos enfrentemos a la decisión de que emisor térmico escoger es fundamental tener en cuenta el estilo de vida que solemos llevar: ¿teletrabajamos? ¿utilizamos esa casa tan sólo los fines de semana? ¿a horas concretas? ¿solemos pasar frío o bien queremos una calefacción que no nos asfixie? Por tanto, el tiempo que vamos a emplear un emisor térmico y la zona en la que vivamos (húmeda, seca, lluviosa…) es la clave a la hora de escoger esta tecnología. Si se trata de estancias muy utilizadas lo mejor será descartar esta tecnología por los grandes costes en la factura de la luz que acarreará. Si se trata de una estancia de la casa que utilizaremos puntualmente podría tener sentido su uso.
Ventajas y desventajas de los emisores térmicos
La principal ventaja de un emisor térmico como sistema de calefacción es su sencilla instalación. Se trata de un producto que se puede comprar en cualquier gran superficie que se dedique al bricolaje y ser instalado en cuestión de horas. En la mayoría de los modelos, además, se incorpora la posibilidad de colocar ruedas, haciendo el sistema transportable y pudiendo conectarse a la red eléctrica de cualquier habitación.
El calor que proporciona un emisor térmico no es instantáneo, la resistencia debe ir tomando calor hasta que consigue trasladarlo correctamente al aparato calefactor. A partir de ahí tendrá que alcanzar una determinada temperatura a partir de la cual deberemos continuar consumiendo energía de la red eléctrica para poder mantener la temperatura. Esta es una de las grandes diferencias con respecto a otros sistemas de calefacción que sí permanecen conectados a una caldera central o red de gas natural: el gasto en electricidad necesario para poder mantener una temperatura mínima durante períodos prolongados de tiempo. Esto incide tremendamente en su confortabilidad: van a tardar en calentarse y una vez calientes tendremos que mantenerlos encendidos para que la estancia que han calentado continúe contando con un calor agradable.
Como ya habremos podido averiguar su principal desventaja es el coste, la factura eléctrica asociada al uso de los emisores térmicos es tremendamente elevada, siendo poco recomendables como sistema de calefacción en cualquier hogar o negocio.
Es por ello por lo que te invitamos a que compruebes otras alternativas como el gas natural, comprobando el ahorro que puedes llegar a obtener en las calculadoras de nuestra página web. Asimismo, y dependiendo de la comunidad autónoma en la que residas, podrás acceder a las últimas ofertas para la instalación de calefacción de gas natural desde la sección “Ofertas para tu hogar”.